En el mundo del ciclismo cada carrera representa un desafío único, pero quizá unas de las pruebas más exigentes son las que se desarrollan en altitudes elevadas. Allí, la cantidad de oxígeno es diferente y eso implica un esfuerzo físico y mental.
El RACC HolaBICI Team afronta el día 20 de julio la Vielha Cycling Tour, en su modalidad de Gran Fondo, lo que se traduce en 151 km con un desnivel acumulado positivo de 3.700 m por la subida a seis imponentes puertos, entre los que destaca el Col du Portillon. Este lugar ya lo conocen, pues por aquí pasó la Transpyr. Con todo y con eso, la preparación es vital ante tal reto. Por eso, el equipo puso rumbo hasta el valle de Arán durante dos días para entrenar en altura. Concretamente, se desplazó hasta Salardú. El evento lo hizo posible SNÖ Hotels, uno de los patrocinadores principales del HolaBICI Team, que dejó que los integrantes disfrutaran de las instalaciones de los luminosos apartamentos del SNÖ Mont Romies, así como del desayuno servido cada mañana en el hotel.
Las temperaturas en estos días de stage iban a ser cambiantes. Según la previsión, el primer día iba a hacer calor, sobre los 26ºC, y el segundo se preveía lluvia a partir de media tarde. Ambas predicciones fueron más intensas de lo esperado.
En la primera salida, el equipo empezó a rodar bajo un sofocante calor. La temperatura del ambiente oscilaba en torno a unos abrasadores 31ºC que, con la poca sombra que había en el recorrido, caldeaban aún más el asfalto. Esto provocaba que las ciclistas apreciaran intensamente el ardor. Tanto es así que, pese a hidratarse correctamente, una de ellas sintió un ligero mareo.
Tras reponerse y bajar pulsaciones, el equipo siguió su marcha hasta llegar a Benós, donde pudieron disfrutar de un paseo de adaptación y aclimatación que, además, agudizaba los sentidos al transcurrir por los pueblos encantadores de la zona. Todo ello aderezado con la relajante vista del agua del río Garona.
Ya de vuelta, a la altura de Vielha, se vivió el segundo contratiempo: un pinchazo. Al ir el Skoda Enyaq como coche de asistencia, la ciclista implicada pudo cargar la bici en el portabicicletas y animar a sus compañeras. Sin lugar a dudas, no era el sitio donde hubiese querido estar.
La preparación para estas carreras no se limita a aumentar la intensidad de los entrenamientos, sino que también hay que cuidar la alimentación y el descanso. Y aprovechando que una de las integrantes es nutricionista y que el apartamento prestado por SNÖ Hotels disponía de cocina, se elaboró un menú para favorecer la recuperación. También el desayuno del día siguiente tuvo sus recomendaciones.
El segundo día, en cambio, la temperatura máxima que se alcanzó fue de 12ºC, un contraste exagerado respecto a la jornada anterior. Pero, con la premisa de que el “éxito es la suma de pequeños esfuerzos repetidos día tras día”, a primera hora de la mañana nuestras ciclistas estaban listas para realizar una ruta de mayor kilometraje, adentrándose por carreteras secundarias y naturaleza en estado puro. La lluvia intensa no tenía que hacer acto de presencia hasta primera hora de la tarde, pero no fue así. Subiendo el primer puerto que tenían como reto, unas finas gotas las sorprendieron. Nada exagerado, así que no hubo dudas: se seguía pedaleando. Sin embargo, la imprevisión de la naturaleza las alcanzó pocos metros después. Una corta pero intensa tormenta las caló por completo. Y en la dirección que se iba a seguir, las acompañarían las nubes. Así que se decidió cambiar el rumbo de la ruta 180º, deshacer el camino andado hasta los apartamentos e iniciar el ascenso al Port de la Bonaigua, un destino emblemático para ciclistas que buscan desafiar sus límites y mejorar su rendimiento a través del entrenamiento en altura.
El Port de la Bonaigua, con sus majestuosas alturas y desafiantes pendientes, no solo es un testimonio del poder de la naturaleza, sino también es la prueba del coraje y el sacrificio de nuestras ciclistas. Entrenar en altitud no es simplemente una estrategia; es una prueba de resistencia, adaptación y determinación. Detrás de cada subida hay horas interminables de entrenamiento y una gran fuerza de voluntad. Porque, al final, el verdadero triunfo no solo es cruzar la meta de una carrera o prueba cicloturista, sino que también está en el coraje de enfrentarse a entrenamientos complicados y sentir la gratificación de completarlos pese a los inconvenientes que surjan por el camino.