El ciclismo y la música pueden ser dos aficiones o también dos estilos de vida. Hay quienes no entienden la vida sin acordes y otros que con la rodadura de la cadena y de los neumáticos sobre el asfalto crean su propia melodía, convirtiéndose así en una especie de directores de orquesta.
La mañana del domingo centenares de ciclistas se congregaron en Sant Antoni de Calonge para celebrar la marcha cicloturista La Nalita. En esta cita no faltaron los integrantes del RACC HolaBici Team, que contaba por primera vez en esta temporada con Desirée Moya, de GSPORT, como invitada especial.
En los primeros compases de la prueba, que iba a transcurrir por Les Gavarres y el Massís de Cadiretes, ya se podía vislumbrar la dureza de afrontar los 168 kilómetros con 2.500 metros de desnivel. Nada de empezar piano, piano. La intensidad con la que se comenzó a pedalear fue mezzo forte, y el tempo, allegro, rápido y animado, tal como nos tiene acostumbrados el equipo. Antes del kilómetro 20 ya se estaban rondando los 300 metros de altitud. Las piernas de nuestras ciclistas nunca permitieron que los pedales bajaran la cadencia.
Sin embargo, sí que hubo algunos momentos que hicieron subir las pulsaciones del equipo. En concreto, destacamos tres. El primer momento fue la subida al santuario de Sant Grau, en el kilómetro 43. Con el fuerte desnivel y la altura, que superaba los 400 metros, se demostraba que hay que estar preparado física y mentalmente para realizar esta marcha cicloturista. El camino para llegar hasta allí, con carreteras serpenteantes a orillas de la Costa Brava, fue toda una delicia que, sin duda, cargó de energía a todos los participantes.
Tras coronar este punto, tocaba bajar y recuperar, pues metros después llegaría otro puerto tan emblemático como es el de Els Àngels, segundo momento clave de la prueba. Esta zona de la provincia de Girona es una de las preferidas por los equipos profesionales para realizar la pretemporada, así que sobra decir que, de nuevo, el RACC HolaBICI Team tenía un reto por delante. En algunos tramos el equipo se estiró, pero en ningún momento se rompió. Es más, si algo hay que destacar es el compañerismo con el que afrontaron este puerto para llegar todos con pocos segundos de diferencia. Aquí fue necesaria una parada para recuperar el aliento y revisar la presión de los neumáticos. Todo esto fue posible gracias a contar con el vehículo de asistencia Skoda Enyaq.
Una vez realizadas todas las comprobaciones, tocaba seguir. Quedaban ya pocos metros, mayoritariamente de bajada, disfrutando del recorrido y del cielo azul, ya que, contra la previsión de nubes y frío, lucía el sol. De nuevo, pedaleo a tempo allegro para el equipo.
Así continuaron hasta llegar al tercer y último punto cumbre de esta prueba: cruzar emocionadas y juntas la meta demostrando que la verdadera fuerza no está solo en las piernas, sino en la determinación y el espíritu de superar cualquier desafío.