El gravel es un fenómeno relativamente reciente en el mundo del ciclismo. Derivado de su primo ciclocrós, con unas bicicletas con diferente geometría, estas nos permiten circular tanto por montaña como por carretera, siendo las reinas de las pistas.

Las gravel son al ciclismo lo que los SUV al mundo del automóvil. Híbridos que se desenvuelven bien dentro y fuera de la carretera, pero que no se les puede llevar a extremos sin unas buenas manos expertas y un equipamiento adecuado. Son bicis para recorrer largas rutas en diferentes terrenos, como, por ejemplo, las mejores rutas cicloturistas que ya os explicamos en el blog del RACC, a las cuales os recomendamos que vayáis siempre protegidos con las asistencias RACC-HolaBICI. Son una buena opción para quien no quiera tener una bicicleta para cada salida y nos ahorrarán una buena cantidad de espacio.

Existen diferentes ventajas e inconvenientes en este ámbito. Una gravel suele llevar desarrollos entre las MTB y las Road, siendo más cercanas a las de estas últimas, lo que nos permitirá rodar con mayor fluidez y rapidez por pistas que con una MTB, pero nos veremos perjudicados a la hora de hacerlo por senderos o pistas más rotas, si no somos unos expertos. La ausencia de suspensión –pese a que ya hay modelos en el mercado con suspensión delantera y trasera– nos fatigará más en recorridos de montaña, ya que absorberemos los impactos con los brazos. En carretera, la posición será más cómoda que en una específica, pero nos lastrará en aerodinámica y en rodaje, por sus neumáticos mixtos de mayor anchura.

La gran cantidad de ventas de estas bicicletas en los últimos años ha llevado al estreno del campeonato del mundo UCI de la modalidad y a la segmentación del mercado según el uso que se la vaya a dar. Como ocurre con las MTB o las de carretera, las gravel no tienen la misma geometría si son para competición o para viajes largos o bikepacking.

Cuadro: Inicialmente construidas en aluminio y acero, su evolución en los últimos años ha impuesto el carbono en su producción. La diferencia de peso entre uno de carbono, que rondan los 8-9 kg, y los de aluminio, entre 10-14 según talla, puede no ser del todo significativa, según el uso a la que vaya destinado. Si lo que se quiere es viajar o pasear, siempre es más recomendable el aluminio, por su dureza y duración, además de por su bajo precio.

Respecto a la comodidad, el ángulo de dirección cambiará para una gravel aero o rápida y una para bikepacking, donde el pedalier será más bajo para favorecer su manejabilidad. En estas últimas, su geometría es más similar a las bicicletas de montaña, favoreciendo así la comodidad con unas cotas menos radicales, mientras que en una aero sus medidas serán más similares a las de ciclocrós.

Neumáticos y ruedas: En este caso habrá que elegir entre diámetro, ancho y dibujo. Las medidas entre los diámetros varían entre los 700c –las mismas que las de carretera– y los 650b (el 27’5” de las MTB). ¿Qué elegir? De nuevo nos encontramos con la misma disyuntiva que en el caso del cuadro. Los 700 son más recomendables para recorridos poco técnicos y con firme en buen estado, mientras que el 650 es más recomendable para senderos, rutas rotas y técnicas.

En cuanto a la anchura, nos moveremos entre los 30 y los 50 mm, ofreciendo una mayor comodidad y tracción estos últimos en terrenos complicados, pero que nos pueden perjudicar a la hora de salir en carretera. El dibujo de la banda de rodadura también se debe tener en cuenta, ya que pueden ser de tacos o con menos dibujo.

Transmisión: Este es un punto clave a la hora de la elección. La tendencia de montar un solo plato en las MTB también se ha extendido a las gravel, pero dependiendo de su uso nos interesará un sistema u otro. En modo bikepacking será más adecuado el doble plato, mientras que para carrera o mayor rendimiento, un monoplato nos simplificará mecánicamente todo el proceso.

Frenos: Como en todas las modalidades existen los de zapata y los de disco, pese a que mayoritariamente se están imponiendo estos últimos. Su elección será también al gusto. En el segundo caso, con los frenos de disco existen los hidráulicos y los mecánicos. Los primeros, con aceite en el circuito, son más laboriosos y caros de mantener, mientras que los mecánicos requieren de una mayor frecuencia de ajuste.

Capacidad de carga: En el caso de querer realizar largos viajes, habrá que asegurarse que la bici escogida lleve soportes para el equipaje. Existen multitud de bolsas y estilos: para manillar, de cuadro, de asiento, etc. La oferta en el mercado es inacabable y será una elección del usuario, según la necesidad.

Consejos para elegir una gravel