En los Países Bajos, el 60% de la población se desplaza diariamente en bicicleta y, según datos de la Asociación Holandesa de Ciclistas, la media es de 1,3 bicicletas por persona. Estos datos no tienen nada que ver con una moda actual, pues en este país la tradición de desplazarse en bicicleta viene de tiempo atrás.

Tanto que en 1937, en Róterdam, se inició la construcción de un túnel subterráneo para que los usuarios de bicicletas pudieran cruzar de lado a lado el río Maas, que parte la ciudad en dos y complica los desplazamientos. No fue hasta cinco años después, en 1942, cuando finalizaron las obras. Un túnel que, hoy en día, sigue en uso, convirtiéndose así en el carril bici subterráneo más antiguo de toda Europa.

 

 

El Maastunnel, este es su nombre, tiene una longitud de casi un kilómetro y medio, y su punto más bajo, ya que consta de cuatro niveles, se sitúa a 20 metros por debajo del nivel del mar. En él, además del mencionado carril bici, por donde pasan a diario más de 7.000 ciclistas, también hay un paso peatonal y otro paso para el tráfico rodado.

En su momento, fue toda una obra de ingeniería porque, además de ser el primer túnel submarino de los Países Bajos, también fue pionero en la utilización de elementos rectangulares para su construcción en lugar de los circulares que se empleaban en la época. La importancia que tuvo y sigue teniendo el Maastunnel se ha visto reflejada en varias exposiciones, pero su reconocimiento culminó al ser declarado, en 2012, Monumento Nacional.

Obviamente, con el paso del tiempo, ha sufrido deterioros que se han ido reparando. En 2017 fue necesaria una profunda renovación, con la que, entre otras cosas, se hizo más accesible, se sustituyó el alumbrado y se remodeló para que cumpliera con la normativa de túneles. En estas obras, quisieron hacer un guiño a su pasado y, como anécdota, el asfalto empleado es amarillo, mismo color que tenía la superficie original, en 1942. Para lograr todo esto, el Maastunnel no estuvo completamente reformado hasta 2021.